EL SIGLO DE ORO DEL PAISAJE HOLANDÉS

El paisajismo holandés clásico constituye uno de los capítulos más
brillantes y originales de la historia de la pintura europea. Tradicionalmente
se ha visto en él una voluntad de realismo; este punto de vista se ha
expresado por ejemplo diciendo que por medio de sus paisajes los
pintores holandeses hacían un fiel y apasionado retrato de su país. La
historiografía actual tiende a matizar esta interpretación señalando la
dimensión simbólica y conceptual de esta pintura, viendo en ella mensajes
codificados con la intención de transmitir un contenido proverbial o
religioso. Tanto en un caso como en otro, tanto si destacamos su realismo
como si destacamos su compleja estructura conceptual, estamos viéndola
como fruto del siglo XVII, inscrito en el marco cultural del barroco.

Realismo y conceptismo son también parámetros válidos para definir la
cultura española del siglo XVII y siguiendo el hilo de esa afinidad
podríamos recordar que estamos refiriéndonos a una época que para
ambos países se suele conocer como el "siglo de oro" de su pintura. Y,
sin embargo, estas dos grandes corrientes de la pintura europea,
desgajadas casi simultáneamente del tronco común de la pintura italiana,
se ignoraron en su tiempo: una actitud que se ha venido prolongando
hasta alcanzar el presente, al menos para grandes sectores de la
población. Son estas circunstancias las que dan todo su sentido a
proyectos que, como el de esta exposición, proponen y tienden nuevos
puentes de conocimiento entre las distintas tradiciones culturales de
Europa: descubriendo afinidades y complementariedades históricas que
ignorábamos, estamos haciendo algo más que un reconocimiento mutuo
en el pasado, estamos ayudándonos a construir juntos el futuro.

Un proyecto tan ambicioso como el que representa esta exposición no
hubiera podido llevarse a cabo si el museo no hubiera contado con el
apoyo de importantes colaboraciones exteriores. Debo decir que las
numerosas solicitudes dirigidas a instituciones y personas holandesas han
recibido generalmente respuestas cuya cordialidad excedía el nivel de lo
habitual.

En otro orden de cosas deseo agradecer también al Banco Central
Hispano y a su presidente, D. José María Amusátegui, la generosidad de
su contribución a este proyecto, una contribución que se inscribe en una
trayectoria de iniciativas culturales por las que el Banco Central Hispano
destaca ejemplarmente en el sector empresarial español.
Deseo agradecer también al comisario de la exposición, Peter C. Sutton,
el entusiasmo con que ha puesto su experiencia profesional y su, al
parecer, ilimitada erudición histórica al servicio de nuestro Museo. Ambas
cualidades se reflejan en la calidad de los textos del catálogo que el lector
tiene en sus manos. El equipo del Museo ha trabajado intensamentey
con perseverancia para conseguir que el proyecto llegara a buen puerto.

Finalmente, desearía recordar que el presidente honorario de nuestra
fundación, el barón Thyssen-Bornemisza, pasó años decisivos de su niñez
y adolescencia en Holanda, una circunstancia que quizá no sea ajena a la
preferencia que muchas veces ha manifestado por la pintura de paisaje.
No es pues inadecuado que en la primera exposición de nuestro Museo
pueda verse también un reconocimiento personal a quien tanto ha hecho
por la cultura artística española.

Me satisface enormemente que España acoja esta bella selección de un
arte producido en un tiempo en que Holanda y nuestro país rivalizaban y
luchaban entre sí. España no ha sido siempre la sociedad abierta en que
se ha convertido poco a poco. Por eso, recibir con los brazos abiertos la
muestra paisajística holandesa que tanta y tan decisiva influencia tuvo
durante siglos en la forma de percepción plástica de los europeos me
parece algo tan grato como significativo.

Carmen Alborch Bataller
Ministra de Cultura