Se trata de una versión reducida de la introducción y del primer libro, llamado "Del conocimiento", del "Tratado sobre la naturaleza humana".

Encontramos aquí quizá lo más característico del pensamiento de Hume, es decir, "la duda escéptica", como él mismo dice. Se trata de asumir que el conocimiento solo puede venir de nuestras impresiones sensoriales, pero que, en pura lógica, no podemos ir más allá. Las asociaciones entre impresiones, que conforman las ideas y que solemos relacionar de forma estable, no son fruto más que de la costumbre, pero no podemos asegurar que realmente son así. De hecho, ni siquiera podemos estar seguros de que nuestros sentidos no nos engañen. Hume no propone un nihilismo, ni tampoco rechaza que la verdad exista. Lo que dice es que, puesto que no podemos estar seguros de nada, es necesario vivir a base de probabilidades. Olvidémonos, pues, de la metafísica y de la trascendencia, y seamos prácticos.

Lo malo, en mi opinión, es que la verdad sigue estando ahí fuera y, de algún modo, se trasmina a nuestros sentidos y a nuestra razón, aunque no todo lo claramente que les gustaría a los ilustrados y a sus actuales sucesores, los progres. La Verdad, ahora con mayúsculas, tiene sus propios caminos. ( )