Félix Urabayen

Urabayen no escribe mal, aunque su estilo se nos hace hoy un tanto demasiado retórico, incluso engolado. Pero la novela principal de este libro no resulta pesada. si acaso algo artificiosa. aunque sepamos que la Diamantista, amén de un personaje real, es la representación de la ciudad de Toledo, y que sus cuatro amigos son también personajes simbólicos, el desarrollo de la acción y la mera idea de la trama no avanza bien, se atasca y frecuentemente parece dar tumbos porque no encuentra su camino. Bueno, sabemos que el motivo del libro era denuncia el expolio de objetos artísticos e históricos que ha sufrido la ciudad durante muchas décadas.

En donde Urabayen creo que funciona mejor es en las descripciones. Los cuatro amigos de la Diamantistas (las "larvas", como los llama) son descritos admirablemente en la primera parte del libro, aunque, como digo, luego alguno se desdibuja. Pero en los articulitos que completan el tomo, editados juntos con el nombre de "Estampas del camino" (el editor no se molesta en decirnos si los publicó Urabayen en periódicos o alguna otra indicación al respecto) el autor navarro sí que ha conseguido transmitirme el amor por estas tierras y pueblos que, a primera vista, tienen poca cosa de la que enamorarse. A lo mejor influye mucho conocer los lugares, claro.
Capítulo aparte es la edición, presentada como artesanal y plagada de erratas hasta decir basta. Ya digo que el editor no nos ha dicho nada sobre el autor (que supongo debe creer conocido urbi et orbe) ni sobre las obras. Sí dice algo al respecto el prologuista principal, antiguo prócer de la región, aunque con un estilo también artificial. Se ve que se le ha pegado de leer a este autor.… (mais)

Emparentada con su trilogía toledana, La última cigüeña, segunda novela del escritor navarro Félix Urabayen, ambienta su trama en el valle del Roncal y en el corredor del Guadiana, en las tierras de la baja Extremadura. Siguiendo a su protagonista, Juan Miguel Iturralde, en sus negocios eléctricos y sueños grandilocuentes de principios de siglo, Urabayen, «hijo rezagado del 98», salta de su Navarra natal -por cuyos montes transhuman pastores sin mucho futuro y por cuyos bravos ríos desfilan, como si de titanes se tratara, hombres sobre almadías construidas con los robles sustraídos a una naturaleza aún sin domar-, a una Extremadura descrita desde una perspectiva a la vez crítica y afable, movido por una admiración progresiva y un propósito testimonial cargado de simbolismo.

Escrita en 1921, el gran autor navarro dedica esta égloga al villave´s Serapio Huici, liberal vasquista como e´l, por ser «infatigable trabajador, que en la moderna Cruzada de los vascos labora en silencio porque la “almadía” de nuestra raza logre su hora de hegemonía». Completando este cuadro de paisajes diversos, la estampa biográfica que Urabayen dedica a Iparragirre.… (mais)

Urabayen es uno de los mitos literarios toledanos que no han sobrepasado los límites de su ciudad. Los círculos autoproclamados intelectuales de por aquí le profesan veneración, sospecho que más de boquilla que otra cosa, la verdad. Y es que no es para tanto, ni mucho menos. No escribe mal, y esta novela se deja leer bien, pero compararlo con Galdós o con Bécquer es algo más que exagerado. Dejémoslo en un seguidor de segunda fila.

Esta, que pasa por su mejor novela, es una historia melodramática, la de una toledana muy guapa y medianamente rica que va rechazando sus pretendientes uno detrás de otro ante la mirada de su padre y sus dos tíos solteros, en especial uno que es capellán. Esto sirve a Urabayen para hacer desfilar a la sociedad toledana de su tiempo (él mismo se había casado con una toledana guapa y rica) y ponerles a todos a caldo, lo que tampoco tiene mayor mérito. Eso sí, lo hace con bastante donosura y hasta con humor. Vaya, una novela más que, sencillamente, entretiene.… (mais)